Continuando con mi relato sobre el doctor Augusto Serrano López debo decir que éste a veces acostumbraba a ir a las fiestas que organizaban los estudiantes de filosofía. Yo fui en una ocasión, y Serrano me fue a dejar de regreso a mi casa. Cuando ya estábamos frente al portón me dijo “suavemente”: “Yo conocí a tu primo Eduardo Becerra Lanza, de hecho, creo que fui la última persona que lo vio con vida”. Yo descendí del carro y entré a mi casa sin darle mayor importancia al asunto, pero ahora todo encaja y está muy claro. Es muy posible que Serrano haya sido el autor intelectual, junto al rector Oswaldo Ramos Soto, de la tortura y asesinato de Eduardo o que, incluso, haya sido él el “especialista” que disparó el gatillo. Se debería investigar policialmente esto porque creo que sabe más cosas acerca de los desaparecidos en Honduras en los años ochenta. ¡Vivos los queremos!
También estando ya instalados en el país mi esposo y yo, alguien disparó a distancia por la ventana de nuestro baño, pero, por suerte, la bala sólo penetró en la pared sin herir a nadie. Tuvimos que instalar planchas de acero en algunas ventanas para protegernos de otros posibles atentados. Ahora, creo que el doctor Augusto Serrano López tiene que ver con esta última “acción límite” en nuestra contra, igual que el doctor español, Felipe Garay, del Departamento de Física de la UNAH, de quien se sabe con certeza que es miembro de Opus Dei y de quien los estudiantes se quejan porque es un pésimo y soberbio catedrático.
En épocas más recientes tuve experiencias negativas, misóginas y discriminatorias con las integrantes feministas radicales de la Red de Filósofas Hondureñas, porque yo les critiqué, junto a la filósofa, María Victoria Talavera, el hecho de que estaban defendiendo el uso de la marihuana y las drogas como necesarias para poder “elevarse” durante el trabajo filosófico creativo. Les pregunté si “eran filósofas o marihuaneras” a lo que me respondieron que yo estaba actuando “desde una falacia de autoridad” creyéndome la reina del Universo. Esta red la dirige Xiomara Bú que ha comentado y escrito por internet, igual que Gustavo Zelaya, que: “lamentablemente la obra de Irma Becerra es muy poco conocida en el país”. En esa Red y también como nueva integrante del Departamento de Filosofía hay una cubana que creo que es agente ultraizquierdista y “oreja”, porque tomó partido en esa discusión de la Red para señalar que: “no se pueden discutir opiniones diversas”, por lo que Talavera le respondió que “aquí no estábamos en la dictadura de Cuba”. Luego, tanto la doctora Talavera y mi persona nos salimos de dicha organización. Ninguna de esas “filósofas” hizo un esfuerzo por retenernos a pesar de que yo les di una conferencia acerca de la función de las mujeres filósofas en Honduras. A estas envidiosas debo decirles que soy conocida internacionalmente por mi gran trabajo auténticamente filosófico.
Paso a detallar la experiencia con los historiadores de la UNAH. La Carrera de Historia, que apenas cuenta con estudiantes, igual que la de Filosofía, está llena de grupos anarquistas y miembros de lo que aún queda del Partido Comunista de Honduras. Los docentes ultraizquierdistas Carlos Palacios, Henry Macías y el recién graduado Josué Sevilla, son casos de la forma en que han pretendido aislar el trabajo de mi padre como historiador ya que no han querido poner su libro “Evolución histórica de Honduras” ni la novela testimonial “Cuando las tarántulas atacan”, como textos en sus clases. Josué Sevilla se graduó incluso con una tesis en la que degrada a mi padre y lo señala como incapaz de conocer la verdad histórica en sus análisis acerca de los responsables de la matanza de El Jute, sobre la cual mi padre responsabilizó al maoísmo recalcitrante que imperaba en el Partido Comunista de Honduras en esa época. Sevilla se vale de un falso testimonio que le dio el dirigente maoísta ultra radical ya fallecido, Mario Membreño, el cual le dijo que “Longino Becerra no podía saber la verdad de lo que pasó en dicha matanza porque acababa de regresar del exterior y, por tanto, no podía ser objetivo”. Membreño le quedó debiendo dinero a mi padre de una gran venta de libros que hizo y que nunca le pagó.
Josué Sevilla es un defensor cerrado y recalcitrante congelado tanto del dictador totalitario Stalin como de su descendiente Putin y no se puede discutir o criticar nada con él porque dice que “los que estudiamos becados por el PCH debemos mostrarnos agradecidos eternamente y no criticar nada de Rusia, China o los extintos países del socialismo del Este”. Actualmente ocupa el puesto de asistente de la oficina del Archivo Nacional en el Libro y el Documento representando al partido LIBRE.
Por último, está la vaca sagrada del Departamento de Historia, el ultraderechista religioso conservador, Rolando Sierra y su mujer Yesenia Martínez. Rolando Sierra, luego de escribir un libro sobre la poetisa orate, promiscua, drogadicta y radical, Juana la Loca, a la que pone como ejemplo de lo que debe ser la mujer hondureña, empezó a enamorarme por wahtsapp sabiendo que soy casada y siendo él también casado. Me pidió que saliera sola con el para “cambiar mi rutina y quitarme mi gran soledad”. Le respondí que no y notifiqué a su esposa para que le dijera a su marido que dejara de molestarme. Sierra está acusado legalmente por una mujer a la que molestó en un bar de Tegucigalpa. Este individuo ha acusado a la figura de Francisco Morazán Quesada de haber sido un corrupto y ha escrito que “la corrupción en Honduras es desde siempre, desde la época de la Colonia”. Actualmente, dirige la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) de la UNAH.
Pero todo esto ya es historia anotada y comentada.
