El psicólogo argentino Alejandro Schujman en su ensayo, “…Cómo educar el amor por la vida y evitar criar hijos narcisistas y que se crean inimputables”, publicado en el Clarín del 10 de enero de 2023, hace una reflexión sobre las 6 características de los perfiles de personas que poseen un menosprecio por el valor de la vida humana, a raíz de terribles casos de violencia asesina que ocurrieran en su país, la Argentina, en los meses recientes.
Precisamente, porque dicha violencia criminal asesina y de sicariato pareciera haberse extendido por toda América Latina, y especialmente México y Honduras, tomamos su reflexión para analizar la necesidad impostergable de educar a los niños y jóvenes, así como reeducar a los adultos, en el amor por la vida y el desprecio por el asalto a la razón y los valores que hoy imperan en nuestros países del continente latinoamericano.
El reciente caso del asesinato de tres mujeres garífunas en Travesía, Honduras, así como la terrible violencia patriarcal contra las mujeres con que ha comenzado el inicio de año nuevo, ameritan que nos preocupemos por las causas del detonante de la violencia en regiones hasta ahora relativamente pacíficas y alejadas de la opacidad que destruye el civismo y el respeto a la vida ajena.
De ese modo, resulta rescatable el hecho de que evitemos criar un hijo narcisista e inimputable si construimos, como señala Schujman, “desde la cuna, de la misma forma que todo lo que hace a nuestra identidad como sujetos”. Es, por tanto, desde la familia que se van inculcando los valores de apego y respeto por la vida, y por la vida de los demás, como personas que poseen una dignidad inviolable, intocable y válida.
Schujman define a un “inimputable” como “alguien que no adquirió a lo largo de su vida los suficientes límites a su narcisismo para entender que no todo es posible, que hay leyes, sociales, morales y jurídicas que le caben, como a todos los mortales que andamos por este planeta”. El autor caracteriza al inimputable por ser:
“Omnipotente: el error no entra dentro de las posibilidades, y si ocurre es responsabilidad de otro. Le han hecho creer en algún momento de su vida que era alguien especial, o por el contrario lo han hecho sentir muy inferior y el intento ahora es compensar.
Soberbio y narcisista: el narcisismo extremo suele ser máscara de grandes inseguridades pero más allá de donde provenga, este perfil de personalidad es extremadamente creído de sí mismo.
Prepotente en sus modos: la empatía y el buen trato no es patrimonio de estas personalidades. El otro está (desde su mirada) a su servicio y la asimetría es una condición exacerbada de su cotidiano. Mirar por arriba es la manera más común de mirar.
Sectorialmente solidario: Suele ser muy empático y compañero con sus pares y repulsivo con quienes no lo son. Tienen un sentido de pertenencia que les da una identidad y son sectarios, clasistas, xenófobos en general, misóginos por excelencia.
Intrépidos: el inimputable no mide riesgos, porque su condición omnipotente lo exime de tal cuestión.
Miedoso: la inimputabilidad se diluye con la contundencia del juicio crítico de la masa. El inimputable es temeroso, cobarde en extremo, y esta es su kriptonita”.
Como vemos, estamos asistiendo a la tiranía de los inimputables en la América Latina de hoy, con sus canallocracias y autocracias de nuevo tipo, que amenazan la vida de todas las personas decentes, especialmente la vida de las mujeres y los seres más vulnerables de la sociedad.
Ante lo anterior, se precisa que en Honduras se cree la cátedra de Ética, moral y cívica, en la escuela primaria y la escuela secundaria para que se eduque a las jóvenes generaciones en el amor por la vida y en la importancia de sentir emociones positivas y constructivas que salvaguarden la vida y no la denigren o maltraten.
Ojalá que los asesores extranjeros, especialmente cubanos, que la Secretaría de Educación y la presidenta Xiomara Castro, piensan contratar para reestructurar el sistema educativo hondureño, no nos cataloguen de antemano como “un pueblo violento por naturaleza” y que sepan comprender que la violencia que generan el narcotráfico, la pobreza y el desempleo generalizados, son causas probables del actual menosprecio por la vida que vivimos en Honduras.
Los cubanos que vendrán a asesorar también provienen de un tipo especial de violencia política generalizada, que aunque no es generada por la criminalidad organizada, sí posee elementos denigrantes de la vida y de la libertad. Esto significa que se encuentran poco autorizados para realizar la concepción educativa del pueblo hondureño obligándonos a ser copia de su propio sistema educativo cubano, por muy exitoso que este sea. No se pueden separar los problemas políticos de un país de su sistema educativo, y eso se deberá tomar en cuenta al momento de evaluar a dichos asesores extranjeros.
El pueblo hondureño sufre en la actualidad de una total impunidad en el caso de la violación de los derechos humanos y los feminicidios en el país. Se está asesinando y masacrando a mansalva a la población por lo que el mayor principio ético que ahora necesitamos es el amor por la vida propia y ajena como valor que no prescribe y que es imprescindible para todo lo demás, porque los muertos ya no pueden ni defenderse ni construir. ¡Defendamos la vida por la vida y con profundo aprecio por la persona humana!