Para los que no han entendido lo que estamos intentando hacer, he aquí un breve resumen de nuestros propósitos teóricos, éticos, académicos e intelectuales.
En primer lugar, intentamos determinar con mayor claridad y precisión el funcionamiento interno del capitalismo y el imperialismo, así como sus límites históricos, es decir, intensificar el estudio de la economía política crítica del capitalismo para establecer su pronto fin, especialmente, el fin del narcotráfico y el capital financiero que sostiene su narcoeconomía. Ello, con el objetivo preciso de crear, en segundo lugar, una coalición política mundial de Centro que agrupe a las tendencias honestas de la izquierda y la derecha moderada para luchar por la realización de la revolución político-filosófica de la resistencia mundial organizada civil, invisible, suave, firme, con estilo y pacíficamente. Estamos tratando de crear, en tercer lugar, un nuevo tipo de socialismo cuántico que sea alternativa al capitalismo-imperialismo, y que sea una creación de obra de arte total con ética relacional lumínica.
Una vez aclarado estos aspectos cruciales de nuestras intenciones políticas y teóricas, pasaremos a detallar los límites y procedimientos inhumanos de la narcoeconomía y cómo esta se aprovecha y lucra de la adicción de las personas a las que vuelve dependientes y zombis incapaces de rebelarse y pensar.
En primer lugar, los vendedores de droga convencen a los posibles “clientes” a que consuman drogas blandas y duras, porque les prometen que éstas les ayudarán a enfrentar la vida cotidiana y la dureza del batallar diario que implica el esforzarse laboralmente en los países capitalistas-imperialistas y en los países y sociedades dependientes y subdesarrollados. Es pues, una forma de “escapar” de la realidad para no afrontar las responsabilidades diarias y para no tener que rebelarse ante la injusticia y la inhumanidad del sistema imperante. La promesa es de: “volar”, “soñar”, “elevarse”, “olvidarse”, “gozar”, “pertenecer a un grupo o sentido de pertenencia” etc., por un momento, para no tener que vivir el día a día con sus amargas frustraciones, angustias y agobios, ya que es más cómodo “huir” y “esconderse en la adicción” que tener la fuerza interior y la voluntad de luchar por cambiar el estado de cosas.
Como señala Marcos Kaplan: “El tráfico de drogas, que ha comenzado a desarrollarse en el mundo por lo menos desde hace dos siglos, se ha ido instalando y avanzando en América Latina en las dos o tres últimas décadas. Lo ha hecho a partir y a través de la precursora y paradigmática experiencia de los países andinos, para extenderse luego hacia el Caribe, Centro y Sudamérica. Surge y se desarrolla como magna organización delictiva, crimen organizado transnacional de enormes dimensiones que va produciendo y se va identificando con una constelación integrada por una economía criminal, una micro-sociedad, una narcocultura y una narcopolítica que apunta al Estado mismo” (Pág. 217). Analicemos, con el autor citado, cada una de estas etapas de la narcoeconomía.
I.- El narcotráfico y la narcoeconomía poseen una multifuncionalidad que le otorga consumidores, importadores y re-exportadores de drogas, lavadores de narcodineros, proveedores de insumos, tecnologías y pericias criminales (Ídem, pág. 218), que conforman una economía criminal: “El narcotráfico se vuelve ante todo el núcleo duro y el eje estructurante de una economía criminal, que coexiste y se entrelaza con la economía formal o legal y con la economía informal pero no ilícita, sin que entre ellas existan separaciones completas, y sí en cambio interrelaciones, límites borrosos y zonas grises (esta circunstancia restringe la lucha contra el tráfico, al resultar cada vez más dificultoso delimitar precisamente las tres economías y ubicar exactamente dónde termina una y empiezan las otras)” (Ídem, pág. 219).
El autor relata: “La narcoeconomía cuenta, sobre todo en Estados Unidos y otros países desarrollados, con un consumo y demanda de drogas que generan y aseguran una enorme rentabilidad y una altísima tasa de acumulación de capitales. El narcotráfico se convierte en primer gran negocio mundial (por encima del armamentismo y de los hidrocarburos)” (Ídem, págs. 219-220).
Ese inmenso poder hace que los narcotraficantes tengan influencia y control creciente sobre economías y sociedades nacionales: “Las enormes ganancias en efectivo, la masa de dólares, su concentración en un pequeño número de dirigentes de consorcios, en el contexto de países atrapados por la crisis económica, el estancamiento y regresión del crecimiento, la inflación, la devaluación, la deuda externa, permiten a los narcotraficantes comprar todo -bienes, servicios, conciencias y voluntades- a precios favorables, gozar de un enorme margen de maniobra para presionar, influir, controlar, imponer decisiones. Se logra así una fuerte presencia en las economías nacionales a las que se irriga y controla; se modifican fuerzas y estructuras socioeconómicas; se multiplican consecuencias directas e indirectas; se trasmuta el poder económico y financiero en poder social, cultural-ideológico, político y militar para la defensa y el ataque” (Ídem, pág. 220).
Y, seguido encontramos: “Los narcotraficantes combinan las operaciones ilegales y las legales y sus entrelazamientos. Por una parte, constituyen y desarrollan el narcotráfico como empresa nacional/transnacional, con la mayor autonomía posible en la obtención de la materia prima, su procesamiento, el transporte y la comercialización, y para la maximización de beneficios. Por otra parte, aspiran a la inserción legal en la economía y la sociedad y en el sistema político, a la aceptación de las élites dirigentes y, grupos dominantes, a través de inversiones y empresas. Éstas se diversifican en propiedades inmobiliarias del campo y la ciudad, explotaciones agropecuarias, construcción, comercio, servicios, recreación, deportes, industrias. Ello apunta al posible desarrollo en varios países latinoamericanos del fenómeno de la mafia empresaria que generó el crimen organizado italiano y sículo-norteamericano” (Ídem, pág. 220).
Los narcotraficantes se encargan de mejorar la calidad de vida de los que están a su servicio en esta economía criminal: “Los principales grupos a los que el narcotráfico crea o mejora -directa o indirectamente- las posibilidades y niveles de empleo, ingreso y modo de vida son los siguientes: a) Campesinos; b) Laboratoristas; c) Transportistas; d) Traqueteros (representantes de los narcotraficantes en Estados Unidos y otros mercados de exportación); e) “Mulas” o “burros” (hombres y mujeres correos, que llevan droga en vuelos comerciales entre ciudades y países; f) Sicarios, profesionales de la violencia (seguridad, defensa, ataque); g) Jóvenes disponibles para todo; h) Abogados para la representación y el consejo legales en problemas y conflictos suscitados por el tráfico clandestino y las inversiones lícitas; i) Contadores para registro y control de los ingresos, expertos financieros; j) Intelectuales, comunicadores, periodistas, escritores, profesionales de las ciencias humanas y sociales, expertos en relaciones públicas, para la defensa y apología del narcotráfico y sus jefes; k) Empleados en las redes de inversiones, propiedades y empresas legales de los narcotraficantes; l) Empleados en actividades comerciales y profesionales que satisfacen la demanda de bienes de consumo y servicios de los narcotraficantes, por ejemplo, arquitectos, decoradores, médicos, veterinarios, choferes, modelos, deportistas, etc.; m) Empleos e ingresos complementarios, provistos por un narcotráfico captador y corruptor de conciencias y voluntades a políticos, gobernantes, administradores, legisladores, jueces, funcionarios aduaneros y fiscales, policías, militares, involucrados por sus responsabilidades y tareas en acciones y decisiones referentes al narcotráfico; n) Personal involucrado en las actividades de prevención y rehabilitación de drogadictos y en la represión de traficantes y consumidores” (Ídem, pág. 221).
Como nos informa Kaplan, la economía criminal se une al capital financiero o bancario para procesar sus ganancias: “la mayor parte de los beneficios del tráfico internacional son finalmente percibidos y retenidos en los Estados Unidos y otros países desarrollados de alto consumo; son lavados, depositados en bancos o canalizados hacia inversiones y propiedades en aquéllos o en los paraísos bancarios o fiscales de terceros países. Los beneficios que ingresan y permanecen en los países latinoamericanos involucrados en el tráfico constituyen enclaves económicos. Se destinan más al consumo exhibicionista, de lujo y prestigio, que a inversiones productivas, y se redistribuyen en medida insuficiente” (Ídem, pág. 222).
II.- El lavado de dinero
Kaplan señala la etapa primordial de la economía criminal en el blanqueo o lavado de dinero que “es la conversión de ingresos del narcotráfico en aparentemente legítimos dineros gastables o activos usables” (Ídem, pág. 223). De ese modo Kaplan cita: “Un dinero libre de impuestos, con un valor de 100 billones de dólares, puede ser un problema cuando es generado por el tráfico de drogas, es guardado en billetes de pequeñas denominaciones, en paquetes atados con rastros de cocaína, y mantenido en maletas dentro de casas particulares […] Cada año, los principales carteles internacionales de la droga generan aquélla suma o más en transacciones de 5, 10 y 20 dólares en todo el mundo, la vasta mayoría de las cuales tienen lugar en las calles y ghettos de las principales ciudades de Estados Unidos. Funcionarios de la ley y expertos en drogas de los Estados Unidos calculan los ingresos anuales del tráfico de cocaína en 29 billones de dólares al año solamente en los Estados Unidos. Este narcodinero es la sangre vital de los carteles, necesario para la operación y el crecimiento de su vasto mercado negro […] Pero este dinero presenta un problema fundamental. Es pesado y difícil de manejar […] Mover este efectivo alrededor del mundo en las cantidades y con la velocidad demandadas por las operaciones de los principales carteles es por ello dificultoso, si no imposible” (Duke y Cross, citados por Kaplan, págs. 223-224).
Sin embargo, los autores anteriores aceptan lo difícil que es seguir la pista a estos dineros ilícitos en todo el mundo: “los carteles globales de la droga y los hombres que lavan su riqueza […] han desarrollado una enorme y creciente capacidad para ocultar la fuente y el destino de los fondos que les dan poder. Sus innovativas técnicas de movimiento y ocultamiento de vastas sumas de dinero […] a menudo parecen superar la capacidad del sistema internacional de justicia criminal y sus apoyos diplomáticos y legales. Si el lavado de dólares pudiera ser prevenido, el tráfico sería arruinado. Desgraciadamente, el lavado de dinero es tan inevitable e indetenible como el tráfico de drogas mismo” (Duke y Cross, citados por Kaplan, pág. 224).
El lavado se realiza con la complicidad de bancos y empresas de los Estados Unidos y se realiza más o menos de la siguiente manera: los bancos canalizan millones de dólares de la bonanza de la droga, confundidos con los de la bonanza cafetalera, del contrabando, las remesas de los trabajadores en el exterior, los ingresos del turismo y otros servicios […] El lavado se cumple a través de otras formas paralelas o entrelazadas con las mencionadas. Los narcotraficantes se apoderan de instituciones bancarias, que complementan el circuito del lavado, les otorgan créditos en condiciones favorables, así como testaferros y aliados en los grupos influyentes. A ello se agrega la complicidad con iguales fines de bancos y empresas de los Estados Unidos (Ídem, pág. 225).
III.- Métodos de lavado de dinero
1.- “Una primera forma típica general puede darse cuando: “un narcotraficante minorista entrega fondos a un lavador de dinero profesional empleador de un grupo de corredores o mensajeros que llevan el efectivo a bancos en cantidades suficientemente pequeñas para evitar la obligación de presentar informes y cambiar el dinero por una orden bancaria, un cheque de caja o algún instrumento bancario similar. Estos son entonces depositados en la cuenta de una compañía de fachada operada por el lavador de dinero y a su vez transferida cablegráficamente a una cuenta extranjera secreta. El dinero se vuelve disponible para el traficante de drogas que vive y trabaja en el exterior, o puede ser “repatriado” en beneficio de un narcotraficante doméstico (o un extranjero que desea depositar o invertir en el país de origen) mediante una transferencia bancaria inversa. Los fondos que fluyen de regreso al país de origen pueden incluso ser disfrazados como “préstamo”, evadiendo así el impuesto sobre la renta y permitiendo deducciones impositivas respecto a los falsos pagos de “interés” sobre los préstamos. Más que usar un lavador profesional, el narcotraficante puede adquirir control de su propio banco; tratar con un banco corrupto; establecer una fachada tal como un casino, una tienda de abarrotes o algún otro negocio ganador de dinero efectivo. El narcodinero puede entonces ser mezclado con el efectivo legítimamente obtenido y convertido en créditos bancarios lavados. Alternativamente, el narcotraficante o el lavador puede manejar un negocio de cobro de cheques, intercambiando dinero efectivo de la droga por cheques del cliente, que pueden entonces ser depositados en un banco, libres de los requerimientos de información monetaria” (Duke y Gross, citados por Kaplan, págs. 226-227).
2.- Formación de empresas ficticias o de fachada, forma ventajosa para operar en países donde rige el secreto corporativo y bancario, y los requisitos de establecimiento son simples; o bien donde las empresas en cuestión usan “trabajo negro” o clandestino, o los trabajadores inmigrantes repatrían sus ahorros a través de cuentas bancarias que permiten falsos movimientos.
3.- Formación de compañías financieras y parabancarias.
4.- Uso de los sistemas bancarios nacionales, mediante cuentas corrientes y de depósitos que se abren a nombre de personas ficticias o corresponden a empresarios cómplices que tienen rápidos movimientos de grandes sumas, o a testaferros sin actividades ilícitas […].
5) Uso de bancos con redes internacionales de agencias y sucursales, como el Bank of Credit and Commerce International.
6) Exportación de moneda a instituciones bancarias del extranjero especialmente paraísos fiscales, países con regímenes tolerantes o corruptos, o con abundancia de actividades altamente dinerarias (turismo, juego).
7) Operaciones comerciales ficticias o facturación inflada.
8) Contratos ficticios de alquiler y compra.
9) Manipulación de la bolsa (mediante el uso de información confidencial) o de otros servicios lícitos de banca e intermediación financiera.
10) Uso de casas de cambio.
11) Uso de sistemas informales basados en la confianza de grupos familiares o étnicos ubicados a grandes distancias en distintos países.
12) Sobre todo, debe destacarse que dentro y fuera de Colombia, y de los otros países de América Latina y otras regiones, el narcotráfico latinoamericano lava y recicla billones de dólares procedentes de ingresos de la droga y sus actividades conexas, a través del nuevo sistema financiero mundial electrónicamente integrado. Las posibilidades tecnológicas abiertas por la Tercera Revolución Industrial y Científica en marcha otorgan a dicho mercado financiero una creciente capacidad para la disponibilidad de vastas bases de datos, para su complejidad y a velocidad fulminante, para su operación y culminación instantáneas, pero también para la producción de diversos efectivos críticos” (Ídem, págs. 226-228).
Sobre esto último, Kaplan cita que “ya no se trata únicamente de depositar maletas cargadas de billetes en cuentas bancarias numeradas sino de transferencias electrónicas de fondos hacia multitud de cuentas o de paraísos fiscales, como de inversiones en empresas usadas como pantallas en el sector inmobiliario o en la industria” (Comisión Andina de Juristas citada por Kaplan, pág. 231).
IV.- Transacción Internacional del lavado de dinero
Como Kaplan denuncia: “Los grandes narcotraficantes pueden lavar unos 100 mil millones de dólares anuales de ingresos norteamericanos. El flujo multibillonario de dólares negros, por beneficios de la empresa criminal, se mueve por los circuitos financieros mundiales como parte de una inmensa masa de dinero gris, proveniente de beneficios legítimos que buscan evadir responsabilidades y pagos de impuestos. La falta o la insuficiencia de regulación y vigilancia han permitido hasta el presente que este sistema opere con pocas o nulas restricciones” (Ídem, pág. 231).
Y continúa: “Narcodólares son exportados clandestinamente de los Estados Unidos, para invertirse en mercados negros, grises o blancos de otros países. A la inversa, otros Narcodólares son llevados a los Estados Unidos para su lavado e inversión dentro de aquéllos. En ambos casos, el narcodinero ingresa a los circuitos de diversas instituciones financieras para desplazarse velozmente desde ellas a través de los circuitos electrónicos (fax, computadora personal) del sistema financiero mundial, cuyos movimientos globales alcanzan tal volumen que impide la investigación y control de los reguladores” (Ídem, pág. 231).
Y, el autor señala los impedimentos jurídicos que impiden el seguimiento a esta actividad criminal de alcances internacionales: “Las legislaciones vigentes garantizan a los traficantes la no intercepción de sus narcocapitales, mediante el establecimiento del secreto bancario, y de formas y estructuras que oscurecen o anulan los orígenes de los fondos en movimiento, como el secreto profesional de los abogados y su consiguiente capacidad para abrir cuentas fiduciarias y en clave, sin obligación de revelar la identidad de los clientes; sociedades financieras o fiduciarias, no bancarias, manejadas por financieros y administradores titulados que toman a su cargo la gestión de los capitales” (Ídem, pág. 233).
Kaplan cita al asesinado juez Giovanni Falcone, quien afirmase que la mayor dificultad que se posee en el seguimiento de la actividad criminal del narcotráfico es la aún imposibilidad de todos los países de encontrar una sola y única forma internacional de regulación para que todos en conjunto tomen cartas en el asunto y no haya más paraísos fiscales, por ejemplo (Ídem, págs. 235-237).
Finalmente, Kaplan resume algunas medidas regulatorias que se van dando paulatinamente para el control de la narcoeconomía: “Nuevos pasos se vienen dando en tal dirección. El Bank of International Settlements, y el Comité de Basilea del Grupo de los 10 que incluye los banqueros centrales de 12 naciones miembros, han aceptado el principio bancario de “conocer al cliente” como patrón para cada institución financiera que supervisan” (Ídem, pág. 239). Como dijimos antes: “Si se pudiera prevenir el lavado de dinero del tráfico de drogas, el negocio se vería arruinado”.
La norcoeconomia esta destruyendo los simientos institucionales y estableciendo grandes poderes a grupos criminales y en el recorrido de la droga destruyendo la juventud