El 6 de octubre del presente año 2024, la comunidad garífuna de Nueva Armenia sufrió un ataque policial armado que dejó dos heridos de bala graves en el hospital. En esa oportunidad la comunidad denunció un “terrorismo de Estado” por parte del actual gobierno que se hace llamar “gobierno de la resistencia”.
Posteriormente, Horacio Lorca, periodista del periódico digital criterio.hn escribía un reportaje sobre la situación de la misma comunidad garífuna, que ha instalado un campamento para la recuperación de tierras actualmente ocupadas por la empresa Palmas de Atlántida, la que, en su afán de sembrar el monocultivo de la palma africana, ha terminado por destruir el hábitat y secado quebradas y ríos de esa zona.
En dicho reportaje, titulado, “Con la fuerza de los ancestros se impulsa la resistencia en Nueva Armenia”, Horacio Lorca relata la lucha valiente de la comunidad y su lideresa, Mabel Robledo, así como los esfuerzos de esta por tratar pacíficamente el conflicto con funcionarios enviados por el gobierno a dicha zona. Ello, porque “son más de 15 manzanas de tierra sembrada de palma africana, mucha de estas expropiadas o compradas fraudulentamente a campesinos o indígenas”, señala Lorca.
El periodista resume la reunión con los funcionarios gubernamentales como sigue: “Los invitados comienzan a llegar: el fiscal general adjunto del Ministerio Público; el viceministro de Derechos Humanos, Héctor Longino Becerra; funcionarios de la Procuraduría General de la República y otros más. Pero no se ve que vengan en paz; tras y delante de ellos unos 25 policías y civiles fuertemente armados, se crea inmediatamente gran tensión y miedo entre los garífunas, algunos empuñan su machete, por si hay represión. Llegan al lugar de la reunión, Mabel los recibe no tan satisfecha”.
Y, continúa relatando Lorca: “Más carros de seguridad comienzan a llegar, es el viceministro de Seguridad, Hugo Suazo, que viene acompañado de más armas como si vinieran a enfrentarse a un fuerte ejército armado, el aire se calienta aún más y las alertas están al 100. Mabel se planta frente a ellos y con el peso de todo su pueblo, le pide al viceministro que retire las armas, que aquí no hay ni un garífuna armado (el machete es su único acompañante, pero no es un arma, es una herramienta de trabajo diario”.
Y: “El viceministro pide que se retiren los machetes primero y Mabel ordena a los suyos que se retiren, los machetes se van, el viceministro retira sólo a los civiles armados”, continúa relatando Lorca.
Mabel Robledo muestra un legajo de documentos que demuestran la legalidad y legitimidad de las más de 200 manzanas de tierras que les pertenecen como tierras ancestrales y que demuestran, además, que los garífunas no son ningunos invasores. Los civiles armados simularon irse, regresan al lugar, tienen un fusil R15 cruzado y una 9mm. en la cintura (continúa el relato).
Y, Lorca afirma en su testimonio: “El viceministro se compromete a contener la represión por parte de la Policía Nacional, el Ministerio Público a investigar lo ocurrido y la empresa de seguridad que ha intimidado y disparado y los demás entes del Estado a hacer su respectiva parte para solucionar el conflicto”.
La comunidad queda con muchas esperanzas, pero como concluye Lorca en la posdata del reportaje testimonial: “De poco o nada sirvieron las promesas del viceministro de Seguridad, Hugo Suazo, porque a los pocos días de nuestra visita al campamento, la comunidad fue víctima de otro ataque, supuestos guardias de seguridad de la empresa Palmas de Atlántida, entraron fuertemente armados con un AK47, con el fin de desalojarlos, frente a elementos de la Policía Nacional que no reaccionaron ante el violento ataque, sino que fue Mabel Robledo y sus compañeros, quienes se armaron de valor nuevamente y, haciendo uso únicamente de su inagotable fuerza de voluntad, lograron sacarlos”.
Hemos citado ampliamente para dejar constancia del poco interés del gobierno actual de la presidenta Xiomara Castro por combatir eficazmente el extractivismo capitalista neoliberal que asesina y desprovee de sus bienes comunes y fuentes de vida a nuestras culturas originarias. La presidenta Castro solo se contenta con repetir el estribillo: “Prohibido olvidar que somos resistencia”, pero el gobierno de la izquierda radical de LIBRE pareciera haber ya olvidado el fundamento ancestral originario de nuestra identidad nacional y su protección, y pareciera también haber olvidado la represión militar al pueblo hondureño durante los años ochenta y durante la narcodictadura del expresidente nacionalista, Juan Orlando Hernández.
Nos preguntamos si estaremos ante el regreso de las tarántulas en nuestro país, cuando funcionarios como el viceministro de Derechos Humanos, Héctor Longino Becerra Lanza, hace muy poco por conciliar pacíficamente los conflictos de las tierras comunales de los garífunas y se presenta con una escolta fuertemente armada a las reuniones con ellos.
Parece que Héctor Longino, que por cierto es primo nuestro, ya se olvidó que su hermano Eduardo Becerra Lanza fue víctima de la violencia militarista de la Doctrina de Seguridad Nacional en los años ochenta y es uno de los desaparecidos forzados de esa época. El relato testimonial de esa y otras desapariciones forzadas se encuentra en el libro de mi padre, Longino Vidal Becerra Alvarado, “Cuando las tarántulas atacan”, que relata el terrorismo de Estado y el militarismo de la izquierda radical de ese tiempo.
Mi padre escribió ese libro de denuncia de ambos extremismos militaristas, bajo enormes dificultades y persecución militar de la familia, y lo escribió con la valiente finalidad de rescatar la memoria histórica de Honduras, para no olvidar la historia que no debe repetirse jamás en ninguna parte del mundo.
En este sentido, nos guía la sana intención de llamar a la reflexión al gobierno actual para que la recuperación concreta y real de la memoria político-cultural hondureña se vuela una realidad protectora de nuestras etnias ancestrales y de todo el pueblo hondureño. ¡Las tarántulas no deben regresar jamás!