Aunque difiero del pensador y antropólogo argentino, Mario Blaser, respecto a los fundamentos filosóficos de la Ontología Relacional a la que yo denomino además Lumínica, coincido plenamente con él en que esta ontología filosófica debe devenir y conducir hacia una Ontología Política y una Ética del Cuidado que nos lleve a responsabilizarnos de la forma en cómo nos mantenemos y sostenemos a nosotros mismos en una red de relaciones esencialmente divergentes.
Esta Ética del Cuidado, señala Blaser, “no resulta ni evita que disminuyan las diferencias y las divergencias” porque no las oculta ni reprime, sino que las califica relacionalmente para que se autoempoderen de forma política, cultural y social. De lo que resulta la pregunta cuestionadora de “¿cómo generar un pluriverso por medio de sus formas de relacionamiento? o lo que es lo mismo, ¿cómo volver pragmática la Ontología Política?
Esto tiene un gran sentido práctico de aplicación de la filosofía a la realidad social, económica y política latinoamericana y del mundo ya que obliga a esta no únicamente a alertar y denunciar acerca de la autodestrucción actual antihumana y del planeta, sino también a generar respuestas que solucionen realidades profundamente inhumanas que aún prevalecen en algunos países y naciones. Baste para ejemplificar: las personas que en pleno siglo XXI aún viven de la basura y los deshechos; y aquellas poblaciones en las que las mayorías de sus personas hacen sus necesidades en la calle, como en Sudán del África.
Desde esta perspectiva es importante discutir primero los fundamentos filosóficos de la Ontología Relacional para cerrar la brecha dualista entre las relaciones creadas por el sujeto y el mundo externo en el que dichas relaciones tienen lugar. Brecha que resulta si pensamos que las relaciones del sujeto existen antes e independientemente que la realidad objetiva externa como plantea Blaser. Él señala que la pregunta filosófica acerca de si la realidad última es algo trascendente o más bien algo emergente a cuyas formas contribuimos con nuestras culturas, formas de ver y narrar, así como modos de conocer y existir, esta pregunta repetimos, es en Filosofía irresoluble porque, según Blaser, cada filósofo responde a ella siguiendo sus propias consideraciones acerca de lo que es falso o lo que es verdadero.
Contrario a lo que piensa Blaser respecto a los fundamentos del ser, diremos que cada filósofo no simplemente opina respecto a la idealidad o la materialidad del ser, sino que responde tomando una postura científica acerca de la existencia objetiva de la realidad de la que deriva intrínseca e independientemente de si lo sabemos o no, la objetividad de la verdad. Esa respuesta no es, por tanto, caprichosa porque ella determina si la propia Ontología Relacional puede tener futuro como verdad filosóficamente argumentada. Si se plantea que cada filosofía responde según le parece al filósofo o la filósofa, se estaría así eliminando la propia verdad de la existencia de la Ontología Relacional porque esta se convertiría en una opinión más que puede ser falsa o verdadera, según la interprete cada uno. De ese modo carecería entonces de sentido el proyecto político relacional de transformación planetaria universal que se pretende lograr acertadamente con ella y se autodestruiría su legitimidad.
Aclarado lo anterior podemos hablar ahora de algunos principios metodológicos de la Ética del Cuidado como planetización relacional lumínica en tanto red cósmica de la conciencia. Para ello utilizaremos algunas formas relacionales de la hermenéutica de nuestro método del fragmentarismo constructivo que entrelaza relacionalmente autores, textos, citas bibliográficas, frases célebres, etc., desde un humanismo proyectado para pensar críticamente el mundo. Hablaremos de cuatro frases célebres que nos resumen el contenido autónomo y responsable de una Ética del Cuidado:
1.- “Aquello en que uno fija la atención es lo que obtiene” (Louise L. Hay).
2.- “Son el camino y al mismo tiempo son los caminantes” (Khalil Gibrán).
3.- “Somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros” (Jean Paul Sartre).
4.- “A través de los demás nos convertimos en nosotros mismos” (Lev Vygostky).
De ese modo enlazamos lumínica y relacionalmente las intenciones fundamentales de una Ética del Cuidado que hilando fragmentos positivos nos conduce y va conduciendo a un entrelazamiento tejido en red cósmica planetaria en la que nos vamos haciendo nuestro propio camino como humanos que se relacionan cada vez mejor unos con otros. Preguntémonos, pues, ¿qué enlaza y tiene que enlazar una Ética del Cuidado? Tal vez la respuesta sea: al ser humano con el ser humano mismo en la naturaleza y el universo consciente.
Lo anterior nos lleva a concluir que dicha Ética del Cuidado lleva a fundamentar una nueva crianza y educación que no se basen en el miedo ni en relaciones tóxicas, y que nos permitan fijar la atención en lo bueno verdadero para obtener lo bueno verdadero siendo camino y caminantes, y ser lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros para convertirnos en nosotros mismos superados. ¡Está prohibido así olvidar que somos Resistencia!
Y frente a déspotas como el patricio romano Coriolano, inmortalizado por Shakespeare y en una Obertura de Beethoven y que, en su tiempo, prohibiese que se distribuyera trigo a la plebe, por lo que fue exiliado de Roma; y frente a todos los tiranos que se vuelven contra sus propios pueblos, decimos que la Ética del Cuidado de planetización lumínica relacional tendrá el cuidado de cuidar a todos los seres humanos que cuidan el bienestar común de los individuos y los pueblos. Porque la esperanza viene y vendrá combinada, enlazada, entretejida, bordada, trenzada e interrelacionada desde el Norte y el Sur unidos para siempre, suavemente, silenciosamente…