Este viernes pasado del 8 de diciembre de 2023 se suscitaron dos acontecimientos, uno en México y otro en Honduras, que me han hecho continuar reflexionando acerca de la urgente necesidad de hacer resurgir y fortalecer el espíritu comunitario o de comunidad, tanto en nuestro país como en el resto de América Latina y el mundo.
El suceso en México ha ocurrido en la región de Texcaltitlán, de Ecatepec, donde el viernes en cuestión, agricultores, pobladores y civiles se enfrentaron con extorsionadores del clan criminal de la Familia Michoacana, que les exigían un pago por sus cultivos. En adnoticias.mx leemos: “El alcalde de Ecatepec señaló que pobladores de la localidad solicitaron su intervención con carácter urgente para pedir ayuda del gobierno federal y estatal, ante un posible ataque de la organización criminal en represalia por los hechos ocurridos en la comunidad de Texcapilla, donde decenas de pobladores enfrentaron a los extorsionadores con saldo de varios fallecidos. De acuerdo con los habitantes de la comunidad, este viernes los delincuentes arribaron a la localidad a exigir el pago de un peso por cada metro cuadrado de siembra a los pobladores, quienes intentaron dialogar con ellos, pues las condiciones climatológicas de este año no les permitieron cosechar sus productos agrícolas. Ante la amenaza del grupo armado, integrado por al menos 10 sujetos, los habitantes de la comunidad se organizaron para enfrentarlos. Acudieron a los campos de futbol, donde fueron citados para entregar el pago de la extorsión. Los delincuentes no aceptaron la explicación de los agricultores, amenazando con asesinar a inocentes si no entregaban el dinero exigido. Fue en ese momento en que los habitantes hicieron frente al grupo armado suscitándose un enfrentamiento en el que perdieron la vida varias personas. Entre las víctimas se encuentra el delegado de la comunidad, Noé Olivares, quien recibió varios impactos de arma de fuego”, así como también murieron varios de los sicarios armados.
Podemos ver aquí, cómo el narcotráfico en América Latina deforma el carácter constructivo del espíritu comunitario que debe existir en todas las comunidades y sociedades humanas, obligando a los pobladores, a falta de la intervención policial y la complicidad de las autoridades con el crimen organizado, a rebelarse y defenderse por su cuenta, siguiendo un natural espíritu de unidad comunitaria para ejercer resistencia civil a los grupos y familias criminales que los explotan y extorsionan. Es de hacer ver que dicha resistencia ha sido a machetazos armados y violentos como medida de desesperación de los habitantes de la comunidad que ya no soportan el yugo de las mafias criminales que cada vez se extienden más por el continente. No justificamos estas acciones violentas, pero creemos que poco a poco, según vaya creciendo la presión ciudadana en Nuestra América, se irá imponiendo un espíritu de comunidad fortalecedor de la justicia y de las instituciones del Estado encargadas de aplicarla, ante las disyuntivas existenciales hacia las que conducen la ausencia del imperio de la ley y el Estado de Derecho en nuestros países.
El otro acontecimiento ha sido aquí en Honduras en el programa de televisión de UNE Tv del Foro con Rony Martínez del viernes 8 de diciembre de 2023, cuyo tema fue: “Perspectivas del arte y la cultura en Honduras”. En dicho foro participó el dirigente garífuna, Santos Israel Centeno, presidente de la Organización de Base Garífuna e Indígena, Gemelos de Honduras, despotricando contra la ministra de cultura, Anarella Vélez, porque esta solo les había restituido L. 115, 000 lempiras de los L. 400,000 lempiras que ellos gastaron, desde la organización Gemelos de Honduras, en un evento cultural en conmemoración del pueblo garífuna.
Nos llama la atención el excesivo gasto para un evento, dinero que pudo haberse mejor invertido en proveer suministros médicos a algún hospital o clínica de la región garífuna o en becas para estudiantes garífunas destacados. Sin embargo, el dinero se gastó desmedidamente porque dichos eventos culturales de muchas organizaciones de la sociedad civil tienen lugar en hoteles de cinco estrellas, en vez de ahorrar para invertir el dinero en cuestiones más urgentes para la comunidad. Sería interesante saber, además, ¿en qué se invirtieron los L. 115, 000 lempiras repuestos a dicha organización garífuna hondureña?
En Honduras hay cerca de 170 ONGS, dedicadas a hacer trabajo social y comunitario, cuyas acciones se perciben muy poco eficaces por la población, porque más que hacer algo por elevar el espíritu de comunidad, se dedican a paliar los problemas, cooptando dinero del extranjero y drenando dineros locales del Estado para engrosar cuentas bancarias personales.
Como el caso anterior hay muchos en Honduras. Denotan una falta total de sentido y espíritu de comunidad que nos haga unir las actividades personales e individuales con los fines comunes y al servicio de los fines comunes de la sociedad. Como ha dicho, German Álvarez de Sotomayor: “Este espíritu comunitario es la consciencia de un fin común y de la necesidad de servirlo. Es la consciencia del honor personal ligado al bien y al honor de la comunidad. Es la consciencia y la aceptación de unos valores jerárquicos que han de ser servidos tanto al mandar como al obedecer. Este espíritu comunitario requiere, por tanto, indispensablemente, para mantenerse y para mantener la vida y la salud de la comunidad, el cultivo constante de las virtudes humanas con voluntad de perfección personal y una actitud firme frente a todo propósito de abrir brecha con la ironía y la malicia. Porque, al fin, este espíritu comunitario no puede ser otra cosa que el ejercicio de las virtudes humanas esenciales que difícilmente puede asentarse con seguridad fuera del terreno firme que ofrecen la Fe y el magisterio de la Iglesia” (Comunidad y Espíritu Comunitario, pág. 202). Y nosotros agregamos, que difícilmente puede asentarse con seguridad fuera, igualmente, del terreno firme que ofrecen la Ética laica, civil y ciudadana ante los actuales peligros que acechan al mundo.
Los fines y vínculos sociales son los que nos mantienen unidos y fuertes como personas individuales en sano intercambio con los demás, y si esas relaciones sociales se ven deformadas y son destructivas, negativas, violentas y corruptas, entonces nos debilitamos y sucumbimos a nuestra propia eliminación física como personas y como culturas comunitarias, si no ejercemos resistencia activa con perspectivas reales de cohesión y fraternidad. La resistencia en filosofía no es oponerse a toda persona o hecho que contradiga nuestras creencias o intereses, sino ejercer fuerza proactiva al Mal, a las adicciones, a la guerra, a las armas y a toda fuerza irracional destructiva de la naturaleza, la sociedad, el pensamiento y la historia. Por eso sólo el vínculo social auténtico, basado en la superación de toda forma de impunidad, garantiza la verdadera libertad resistente y resiliente, tanto de la persona humana como de las comunidades, porque les brinda el espacio y el tiempo necesarios para crecer y madurar y para realizar bien las cosas y vivir en el Bien y el Bien Común.
Únicamente cuando se comprenda que el sentido y espíritu de comunidad de un pueblo es lo que le puede mantener unido y fortalecido contra la injusticia que surge de las inevitables y múltiples diferencias culturales y económicas, podremos entender que es la conciencia hecha voluntad de resistencia activa de toda la colectividad en su conjunto por no privilegiar a unos cuantos, lo que constituye la fuerza motriz de la historia y lo que verdaderamente puede impedir que desaparezca la Humanidad como especie que, por no ser capaz de entender la verdad, se autodestruyó.