Antes de reflexionar sobre lo que se aproxima, permítanme pensar sobre las etapas del hundimiento del sistema colonial capitalista-imperialista.
Como señalan teóricos de la economía política del capitalismo: “La total destrucción del colonialismo significa la liquidación de todas las relaciones de dominación del imperialismo. La revolución de liberación nacional comienza por la supresión de las relaciones políticas, mejor dicho, estatales, del dominio colonial. Mientras no se ha derrocado el poder directo de las potencias imperialistas y del capital monopolista extranjero, el pueblo no puede liberarse de las relaciones económicas, militares, etc., de la dominación imperialista extranjera. De ahí que la primera etapa, objetivamente indispensable y lógica de la revolución de liberación nacional, consista en la conquista del poder político por las fuerzas nacionales en elecciones soberanas y limpias.
En segundo lugar, la conquista del poder político no es la conclusión, sino el comienzo de la emancipación política. La auténtica y duradera independencia política sólo puede lograrse por medio de la independencia económica del país, cuando éste acabe con la dominación económica de las potencias imperialistas y reorganice cardinalmente las bases sociales de la vida del pueblo. Por consiguiente, la conquista de la soberanía política es una premisa necesaria para liquidar el atraso económico, pero sólo la liquidación de este atraso económico hace viable la soberanía nacional y da lugar a la auténtica independencia y liberación políticas respecto del imperialismo.
En tercer lugar, en la actualidad es posible que un país acabe con sus relaciones de dependencia colonial, que se libere, por ejemplo, del poder político de los imperialistas, pero que se vea sometido en cambio a una dependencia de otra índole (por ejemplo, participando en bloques militares agresivos o recibiendo “ayuda” financiera de los colonialistas en condiciones leoninas). Eso quiere decir que la tendencia a la supresión de las relaciones de dependencia colonial tropieza con la tendencia opuesta engendrada por el imperialismo y las fuerzas de la reacción interna, la tendencia a la restauración de estas relaciones, aunque bajo otras formas. El proceso de desintegración de las relaciones de dominio colonial y neocolonial es contradictorio, es concreto en cada país y requiere la constante vigilancia de las fuerzas revolucionarias”.
Asimismo, el desarrollo de las contradicciones de clase en el período de la lucha por la liberación económica agudiza una tendencia hacia la autarquía al interior de los países que se están liberando, porque se cree que aislándose del sistema capitalista internacional se puede sobrevivir como hasta ahora ha hecho Cuba y el pueblo cubano.
Es por eso por lo que se precisa en esta etapa de lucha económica de la solidaridad de la resistencia internacional de todos los pueblos y los países del mundo, para que el verdadero país autárquico y anárquico del planeta que se encierra detrás de un muro fronterizo, como son los Estados Unidos de América, se vea golpeado y debilitado en su propio territorio.
Como sigue: “En la etapa de la lucha por la liberación económica se producen cambios objetivos en la distribución de las fuerzas de clase de la revolución de liberación nacional. La esencia de dichos cambios es la siguiente.
Una parte de las transformaciones necesarias para la emancipación económica no afecta a las bases de la propiedad privada capitalista y responde a los intereses de la mayoría aplastante de la nación. Esas transformaciones constituyen una tarea que se plantea ante toda la nación. El proletariado, el campesinado y la burguesía nacional pueden cumplirla al mancomunar sus fuerzas.
Sin embargo, la meta final de la participación de la burguesía nacional en la lucha emancipadora consiste en apartar el capital extranjero de la explotación de los recursos nacionales, ampliar las posibilidades propias en este sentido y aumentar sus ganancias. Sus objetivos de clase son estrechos, mientras que la misión del proletariado en la revolución de liberación nacional es acabar con las condiciones de esclavitud en que vive el pueblo, engendradas por la dominación del capital monopolista extranjero y de los paniaguados nacionales de éste, y sacar a los trabajadores de la miseria y la carencia de derechos en que están sumidos. El objetivo de clase del proletariado coincide con los intereses de todo el pueblo trabajador.
Después de conquistado el poder político, en la etapa de la lucha por la emancipación económica, esta diferencia entre los objetivos del proletariado y los de la burguesía en el movimiento de liberación nacional se manifiesta paulatinamente. La lucha por la independencia política agrupaba a todas las fuerzas nacionales oprimidas por los colonialistas y los neocolonialistas. En cambio, cuando se plantean en la orden del día las tareas de extirpación de las raíces del imperialismo, de cumplimiento de reformas agrarias y otras reformas sociales candentes, se revelan más y más las diferencias de los intereses de clase. La estrechez de las metas de la burguesía se manifiesta en la falta de deseo y de capacidad para apoyar la aplicación de unas a otras medidas objetivamente necesarias e imprescindibles para liberar radicalmente el país de las viejas relaciones económicas y mejorar las condiciones de vida de las masas.
En virtud de todo eso, la emancipación económica, que sigue a la conquista del poder político, no es consecuencia automática, ni mucho menos, de dicha conquista.
El hundimiento definitivo del capitalismo y del imperialismo es ineludible. No obstante, en las condiciones actuales, en cada país económicamente atrasado y en los países industrializados que están empezando a verse atrasados prosigue, en tanto no se produzca el paso definitivo del mismo al camino del socialismo, la lucha entre las fuerzas de la revolución y las fuerzas del colonialismo y la reacción interna, por resolver el problema de quién vencerá a quién”.
La correlación de estas fuerzas es distinta e idéntica en cada país a la vez. Por eso es simultáneo el camino de desarrollo que los diversos países eligen porque su capacidad de fuerza de resistencia civil organizada ya se encuentra suficientemente madura para reaccionar mundialmente en una sola revolución y un solo levantamiento, y con mucha seguridad, ante todos los posibles obstáculos que se presenten.
En este sentido, toca a las poblaciones mundiales, desde un silencio activo e invisible que no se deja provocar, proporcionar la información necesaria acerca de los talones de Aquiles del imperialismo mundial para dar en el blanco: sacar a la luz sus debilidades internas que definen y determinan que este no sea un sistema económico relacional lumínico, sino el reino de las tinieblas y la oscuridad opaca del Mal.
Se precisa pasar a la organización en células autónomas que no se conozcan unas con otras, y que, con su participación pacífica y reflexiva, denuncien las redes y los hilos flotantes que convergen en el interior del sistema capitalista no relacional. Recordemos: “La lucha política se libra en el terreno en que se presenta y no en el que se desea”. ¡No más desapariciones forzadas! ¡Vivan los mártires de la Revolución Mundial Relacionada en y desde una Composición Orgánica!