La República de la Argentina, en el Cono Sur de América Latina se dirige hacia las elecciones presidenciales de octubre de 2023. Ya se visualiza como ganador el ultraderechista, Javier Miley, anarquista libertario que proclama la libertad sin límites, el Estado mínimo y su reducción a la función de seguridad y los contratos privados para ejercer la justicia social, sin tomar en cuenta la educación, la salud y la cultura.
Desde ya les advertimos a los argentinos que si lo eligen presidente van hacia el abismo, ya que la libertad en sí, sin los límites de la responsabilidad que le imponen la Ética y sin condiciones y principios morales y económicos, es una carreta tirada por caballos desbocados cuyas correas sueltas la lleva a ésta última al seguro precipicio. Su candidato no habla de Ética y mucho menos de Ética Política.
La libertad, para que sea verdaderamente eficaz y humana, debe estar condicionada a la ley moral que llevamos interiormente y a la conciencia y la voluntad de la responsabilidad consentida mutuamente y sin descanso.
Ahora bien, ¿por qué el Estado es necesario? El Estado es necesario para formar, organizar, administrar y distribuir equitativamente la justicia social no vengativa, así como la formación de la conciencia ciudadana crítico y deliberativa que guíe los pasos de los sujetos actuantes hacia el Bien Común. El Estado garantiza el cumplimiento del Bien Común para Todos y Todas en la Sociedad Humana. Por eso el anarquismo minimista solo destruye al Estado, pero no edifica simultáneamente formación integral de las conciencias y las voluntades, las cuales, por el contrario, con su ideología anarquista neo-liberal son cooptadas y secuestradas, así como los cuerpos de las personas para que éstas no piensen por sí mismas y se liberen y emancipen de la destrucción libertaria no dialéctica.
Miley argumenta que va a desmantelar el Estado argentino porque los políticos corruptos que hacen negocios con el Estado han probado su necesaria destrucción y reducción a una función política y social meramente punitiva y represiva, es decir, ¡reducirlo a la ley del más fuerte! De ese modo el cree imponer orden sin hablar de la reducción de la impunidad.
El argumento anterior es solo un pretexto para no hablar de la necesidad de un Estado mediano, formado por funcionarios íntegros y honestos, formados ética y dialécticamente, que no ganen salarios mayores a los L. 25,000.00 lempiras, para que de ese modo se pueda ahorrar drásticamente y utilizar el dinero en aumentar el 50% del presupuesto de la nación.
Además, la libertad sin ética y la política sin ética política lleva al libertarismo anárquico cuya violencia neo-liberal conservadora es la misma que la violencia liberal de la ultraizquierda. Ambas no se diferencian porque ambas ignoran la Ética Política Universal y universalmente argumentada. Ambas solo hablan de reducir el Estado a la mínima expresión de una justicia represiva del ojo por ojo y diente por diente de los contratos privados de seguridad, mientras son un partido único y uno candidato único que impone sus propias leyes.
Ambas no hablan de desarrollar la cultura, la educación y la salud, porque para todas estas fuerzas extremistas de derecha y de izquierda el pensamiento crítico es un peligro: son idénticas en su peligrosa fuerza criminal y corrupta e impune especialmente contra las personas de bien que tienen el coraje y valor de enfrentarlos.
Por eso le advertimos a la Argentina que no elijan a Javier Miley porque él pretende imponer su ley personal del derecho del más fuerte, mientras afirma que los pensadores de la Teoría Crítica de la Escuela de Frankfurt pretenden aniquilar Occidente y apropiarse de las mentes de las personas. Ni Adorno, ni Horkheimer, ni Habermas han hablado nunca de destruir la cultura occidental u otras culturas, por el contrario, han criticado la fuerza negativa antidialéctica del Iluminismo cuando éste se convierte en la práctica en terrorismo, si no se respetan las leyes del Derecho Internacional y la democracia participativa. Además, cuando Theodor Adorno habla de la dialéctica negativa no se refiere a la destrucción del todo o de la totalidad, sino a la superación de la identidad absolutista y abstracta, meramente afirmativa y antidialéctica de todos los totalitarismos de Estado, sean estos de izquierda o de derecha.
La libertad vista y entendida por sí sola, como la única fuerza que supuestamente hace avanzar a la Humanidad, da pie para que en su nombre cualquier desquiciado se abalance contra las mayorías y las minorías, haciendo simplemente su voluntad personal sin límites algunos.
Sólo el liderazgo ético que comprende dialécticamente la unión y ligazón indestructible e incorruptible que debe existir entre la libertad y la responsabilidad fraternas, sabe mostrarse verdaderamente respetuoso de la dignidad humana porque sin Ética Dialéctica no es posible la refundación o la revolución mundial. No lo olvidemos.