Entre los materiales que nos fueron entregados a los ponentes y participantes del V Congreso Nacional de Sociología y Desarrollo Local “Leticia Salomón” de la UNAH, celebrado del 25 al 27 de septiembre de 2024, se encontraba el documento del líder ultraizquierdista desaparecido en los años ochenta, Tomás Nativí Gálvez. El documento titulado, La Fuerza Social Revolucionaria, publicado por COFADEH y la Secretaría de Desarrollo Social del actual gobierno de la República (SEDESOL), ha sido distribuido con el obvio afán de que los sociólogos nacionales e internacionales conozcan de dicha ideología y dar a conocer las posturas políticas de extrema y radical izquierda de Nativí y de su organización de masas, la Unión Revolucionaria del Pueblo, por lo que creemos pertinente hacer un análisis crítico del texto. Ello, en primer lugar, para observar si sus lineamientos coinciden con la ideología política del partido en el gobierno, LIBRE, en relación al problema de la realización de la revolución en nuestro país; y asimismo para, en segundo lugar, observar si la táctica del combate confrontativo en la calle que allí se propone no será más bien revertida en la actualidad por las masas populares hondureñas al lanzarse éstas en una masiva protesta callejera contra el mismo LIBRE, sobre todo, si se demuestran con mayor contundencia, los nexos de la familia Zelaya Castro con el narcotráfico.
El documento en cuestión comienza con la determinación del problema fundamental de la realidad política hondureña en la realización de la revolución definida exclusivamente como la toma del poder. La revolución será realizada como “epopeya” por nuestro pueblo “a cuya cabeza están los revolucionarios de “visión, empuje y decisión”” por lo tanto se trata de organizar la revolución para “hoy” y no para “mañana” (Nativí Gálvez, 4. Edición, 2024, Tegucigalpa, COFADEH, IHER, pág. 33).
La revolución, continúa el texto, se dirigirá contra todas las fuerzas imperialistas y oligárquicas que son fuerzas extranjeras y extrañas, especialmente sostenidas por el imperialismo norteamericano. La revolución la realizarán las masas del pueblo en un proceso de “ascenso impetuoso de la ola revolucionaria” (pág. 35) que caracteriza a la Centro América de los años ochenta, con la revolución Sandinista y la insurrección en El Salvador y que determina el que la revolución sea también inminente en Honduras. En este sentido, en esa ola revolucionaria la tarea consiste en: “Levantar esta masa y conducirla a una lucha de confrontación callejera con el enemigo, constituye en la actualidad una tarea táctica de masas irrenunciable. El levantamiento del pueblo como gigante es la clave de nuestra victoria y procurar que encarne en él la convicción que sus fuerzas son las únicas con las que puede hacer las transformaciones” (Ídem, pág. 35. El énfasis es nuestro).
Y, seguido encontramos que son definidos como enemigos todos aquellos que no se identifiquen e incorporen al movimiento ultraizquierdista, se entiende que, aunque éstos sean del mismo pueblo: “Definir desde ahora por nosotros quienes son parte del pueblo, nos permitirá delimitar el pretendido afán de querer involucrar en esta categoría a los enemigos. Quienes se identifiquen y consecuentemente se incorporen a la solución del problema cardinal del país, que es derrotar a los responsables de nuestra dependencia y atraso, los podemos denominar parte del pueblo sublevado” (Ídem, págs. 35-36. El énfasis es nuestro).
En esa violencia que los enemigos oligarcas del pueblo realizan contra éste, Nativí, señala que “las masas deben hacer uso de su legítimo recurso para responder a la violencia gubernamental aplicando la violencia de masas. La violencia de masas como respuesta revolucionaria es una defensa estratégica a la ofensiva que el enemigo tiene generalizada y que pretende desde ahora reprimir el movimiento de masas. Esta violencia de masas tiene su expresión en confrontación de las masas en la calle con sus opresores. El desarrollo de la violencia de masas constituye una de las líneas de acción que se orienta al desgaste del poder de la oligarquía en la calle, demostrar en este campo de batalla hasta donde es vulnerable el enemigo. Elevar la consciencia a niveles de combate hasta la violencia de masas, es un gran paso para la victoria final, que significa la incorporación de millones de hondureños a su encuentro histórico” (Ídem, pág. 36. Hemos enfatizado el original).
Para lo anterior se requiere la organización de la “Fuerza social revolucionaria” que, a diferencia de la izquierda tradicional, sí podrá combatir efectivamente al enemigo de clase: “La condición del movimiento de masas en los últimos veinticinco años, ha estado bajo la responsabilidad de la izquierda tradicional que, sin desconocer algunos aportes realizados en este período, no ha cumplido con su verdadero papel de forjar en el país la Fuerza Social Revolucionaria que plasme en la práctica los valores propios de nuestros anhelos de ser libres […] La línea correcta en el trabajo de la conducción de las masas, es la línea de la confrontación directa con el enemigo en la calle; otra, es mediatizar la capacidad de combate y se nos hará difícil pasar de un nivel de lucha a otro” (Ídem, pág. 38. El énfasis es nuestro).
Entre tanto: “La tarea estratégica de masas más importante en este momento es la creación de la Fuerza Social Revolucionaria; esta fuerza solo es posible desarrollarla en la confrontación de clases en la calle. Nuestro proceso revolucionario de liberación nacional pasa forzosamente por la constitución de la Fuerza Social Revolucionaria para llevar a la práctica el proyecto político independiente” (Ídem, pág. 45. Hemos enfatizado el original).
Y para realizar esto, Nativí establece que: “Nuestro pueblo cuenta hoy con organizaciones nuevas, cuyos protagonistas vienen de las posiciones de izquierda a las posiciones revolucionarias, como nuestra organización, la Unión Revolucionaria del Pueblo. La existencia de la URP como organización política de masas, con decisión de combate en la lucha de clases, que en esta fase plantea la confrontación callejera con el enemigo, como la decisión correcta por contribuir a la materialización del gran proyecto político de liberación nacional” (Ídem, pág. 38. El énfasis es nuestro).
Mientras tanto: “[…] La prolongación de nuestra lucha dependerá de la rapidez con que se consolide y profundice la revolución nicaragüense y por el triunfo de la insurrección que en estos momentos se vive en El Salvador” (Ídem, pág. 40).
Por tanto, por antonomasia: “La moral de quienes estamos conscientes de que la lucha liberadora es una necesidad impostergable es superior a la de aquellos que se aferran a sus mezquinos intereses y que todo permanezca inalterable” (Ídem, pág. 42).
La Unión Revolucionaria del Pueblo, es para Nativí, una organización política de masas y no político-militar, pero esto puede cambiar: “La Unión Revolucionaria del Pueblo es una organización revolucionaria combativa de masas que tiene como propósito des influenciar a las masas de la ideología de la oligarquía y del imperialismo norteamericano, organizarla, ponerla de pie y disponerla para la toma del poder. La forma principal de lucha de URP es el accionar de masas, que se expresa en la confrontación en la calle con el enemigo, donde el pueblo madurará políticamente y podrá pasar de nivel en nivel en el combate hasta el derrocamiento final de los opresores nacionales y extranjeros. URP no descarta que el pueblo pueda hacer uso del recurso armado si se lo impone la oligarquía, la máquina burocrático-militar y el imperialismo. El uso de esta forma de lucha está condicionada al agotamiento del enemigo en la calle, que este haya dado muestras de aferrarse a sus intereses mezquinos y que responda a las masas con el vergajo. La antidemocracia vivida durante muchas décadas y las reiteradas negativas a poner en vigencia las libertades políticas prevén que el pueblo usará tarde o temprano el accionar militar” (Ídem, pág. 50. El énfasis es nuestro).
Y, después de decir lo anterior, Nativí, concluye ingenuamente que: “La Unión Revolucionaria del Pueblo, es una organización de masas, cuyo accionar político es abierto, que hace llegar al pueblo sus concepciones con su propio nombre, sin esconderle a la masa su pensamiento, ni sus dirigentes, esto significa que no es clandestina, precisamente porque no es político-militar” (Ídem, págs. 50-51. El énfasis en el original).
Entonces plantea un modelo abierto de trabajo para la URP que, a diferencia de las organizaciones tradicionales no se basa en la difusión de la cultura y las teorías sociológicas ya que éstas le limitan el horizonte revolucionario a las masas: “El modelo del trabajo abierto de URP es la concepción nueva en nuestro medio para crear un verdadero frente de masas, donde se le demuestra al pueblo que las reivindicaciones económico-sociales pasan por un accionar político. Las organizaciones tradicionales desarrollan lo que se llama trabajo de masas, cuya finalidad son las reivindicaciones económico-sociales, de divulgación de la cultura y de planteamiento de las ciencias sociológicas; creando con este accionar una actitud reformista en las masas limitándoles el horizonte revolucionario. A las masas se les dice que existe la ciencia que habla de la revolución, de la liberación nacional, pero no se les dice que no solo basta reconocer la realidad en que vivimos con análisis “profundos”, serenamente elaborados; a las masas hay que conducirlas a la transformación de esa realidad limitativa. Este cuadro se rompe con la formación del frente de masas y con la importancia política de la actividad de las masas” (Ídem, pág. 51). ¡O sea que la ciencia social y filosófica no sirve para educar a las masas, sino que solo las limita más porque lo importante es el activismo político!
Tenemos, en consecuencia, las siguientes características fundamentales de la concepción ideológica de ultraizquierda de Tomás Nativí Gálvez, desaparecido desde el 11 de junio de 1881 en la Colonia El Hogar de Tegucigalpa, Honduras:
- Formular un movimiento de ultraizquierda meramente táctico frontal confrontativo y de combate en la calle, ya que se subestima el papel y la función de la teoría social, filosófica y sociológica y, por tanto, estratégica en la conducción y realización de la revolución.
- Es un movimiento táctico que lanza a las masas populares al combate frontal en las calles contra “el enemigo” para la toma exclusiva del poder: la revolución se reduce a esto.
- Se crea como parte de la táctica un frente de masas que no descarta la lucha militar o por la vía armada de la revolución si la situación de combate así lo amerita.
- Dicho frente de masas no es clandestino porque es definido como no político-militar sino como organización de masas que puede llegar a la acción armada si la situación de acrecentamiento de la represión lo determina.
- Se define la revolución hondureña como inminente y necesaria pero para imitar los procesos revolucionarios e insurreccionales de Nicaragua y El Salvador en los años ochenta.
Ahora bien, ¿qué hacer con esta Fuerza Social Revolucionaria en nuestro tiempo ante la actual crisis interna del partido LIBRE, cada vez más relacionado al narcotráfico, el nepotismo, el tráfico de influencias, la impunidad y la corrupción? Podríamos trazar un lineamiento táctico-estratégico que defienda nuestra soberanía, nuestra institucionalidad y nuestro Estado de Derecho determinando los pasos siguientes:
- Iniciar un movimiento de oposición a LIBRE de combate en la calle que delimite las responsabilidades del familión Zelaya Castro y les obligue a la rendición de cuentas.
- Formar una Fuerza Social Revolucionaria a la inversa, que no sea solamente una fuerza táctica, sino que tenga como fundamento la unidad de todo el pueblo hondureño en la realización de una revolución pacífica, dialógica, socialista y verdaderamente democrática contra la ultraizquierda arribista que hoy gobierna.
- Replantear la revolución hondureña explicando filosóficamente el contenido de un verdadero socialismo democrático y una verdadera refundación que sea conducida por las personas más maduras y que se puedan autocontrolar en sus palabras, hechos y acciones.
- Conducir el movimiento popular en su conjunto con todas sus organizaciones sociales y comunitarias desde el liderazgo y la inteligencia espiritual relacionales que estudian las relaciones sociales, políticas y económicas no desde la perspectiva de la confrontación y el odio de clase, sino desde la óptica de la función social del individuo, las leyes sociales y la sociedad al servicio todos del Bien Común.
- Ese combate callejero se caracterizaría no por lanzar a la gente desprotegida a un combate frontal a muerte con el enemigo que ahora sería LIBRE y el ejército a su disposición, porque podemos vaticinar que este partido, si se viera asediado y sitiado en las calles por inmensas mayorías de la población, no dudaría en reprimir por la fuerza y militarmente a los manifestantes. ¿Se le tiene que poner a prueba? ¿Hasta qué punto LIBRE traicionaría sus propios lineamientos tácticos de “en la calle está el poder” llamando a los integrantes de las marchas a abandonar la lucha callejera?
Tenemos aquí, en el documento de Nativí Gálvez, un discurso sumamente aventurero e irresponsable que, en plena Guerra Fría y militarización de nuestra sociedad y los países centroamericanos, simplemente enviaba sin protección a su gente al combate frontal en la calle enfrentando la represión militar y policial. De igual forma, LIBRE siguió esta táctica callejera durante la presidencia de Juan Orlando Hernández, y es un verdadero milagro que, en ambas épocas, no se hayan lanzado tanquetas y ametralladoras contra los manifestantes en marcha solo llevados por la creencia y consigna absolutista táctica de que: “en las calles está el poder”. Si verdaderamente, en las calles está el poder, es importante y crucial, lanzarse nuevamente a las calles, esta vez, en oposición a LIBRE, para ver cómo reaccionan el gobierno, la policía y el ejército porque la fuerza social revolucionaria como impulso político basado en la indignación se puede revertir esta vez estratégicamente contra sus adláteres tácticos. Por sus acciones los conoceremos.