Pensar relacional y diferenciadamente la Paz en Oriente Medio y Mundial

Israeli-Palestinian conflict concept.

La lucha de los musulmanes contra los judíos y un Estado independiente para ellos, así como el antisemitismo se remontan también a la Alemania nazi. Como relata Daniel Arjone en su artículo, “Por Hitler y por Alá: la insólita alianza entre los nazis y el islam” (El confidencial.com del 15 de febrero de 2021), el historiador de la London School of Economics, David Motadel, ha publicado “Los musulmanes en la guerra de la Alemania nazi”, un libro impactante que relata la historia de la alianza secreta del muftí Amin al-Husayni y Adolf Hitler en la Cancillería del Reich, en Berlín el 28 de noviembre de 1941.

Arjone señala: “No es un hecho desconocido, pero hasta ahora no había sido objeto de un estudio tan sistemático e impactante: la Alemania nazi buscó con ahínco durante la II Guerra Mundial la alianza del mundo musulmán, animó al islam a unirse al Eje en la lucha final contra el comunismo, el judaísmo y la democracia occidental, y reclutó a lo largo de la contienda tropas árabes cada vez más numerosas. El racismo de Hitler que, por supuesto, consideraba a la raza aria superior, no fue un impedimento para admirar la religión del Profeta y, más pragmáticamente, para desencadenar un levantamiento islámico en las colonias de los Aliados, su “talón de Aquiles”. La respuesta general del islam a estas iniciativas fue en general positiva, aunque con reticencias y, en ocasiones, entusiasta” (Arjone, Ídem, pág. 3. El énfasis en el original).

Como sigue citando Arjone del libro de Modatel: “[…] El 28 de noviembre de 1941 el ostentoso y vanidoso muftí de Jerusalén Amin al-Husayni era recibido en la Nueva Cancillería del Reich en Berlín por una banda militar y una guardia de honor de 200 soldados alemanes. Aquel día anotó en su diario: “Allí me saludó el jefe de protocolo, que al poco me condujo a la habitación especial del Führer. Hitler me dio una calurosa bienvenida con expresión alegre, ojos expresivos y evidente dicha”. El líder palestino se instalaría en Berlín a sueldo de los alemanes que se servirían de él a efectos propagandísticos sobre el mundo musulmán a cambio de vagas promesas frente a sus demandas de independencia árabe y la paralización del a emigración judía a Palestina” (Ídem, pág. 6). Al-Husayni terminaría ayudando a los nazis a reclutar musulmanes bosnios para las Waffen-SS “con el argumento de que compartían cuatro principios: familia, orden, líder y fe”.

Las semillas de odio a los judíos y a un posible Estado israelita independiente sembradas por el musulmán Al-Husayni daría sus frutos en la Guerra de Independencia librada por Israel en 1948: “Inmediatamente a la declaración del Estado de Israel el 14 de mayo de 1948, Egipto, Siria, Transjordania, Irak y el Líbano invadieron al nuevo país. En una cruenta y desesperada guerra caracterizada por el uso de armamento improvisado y tácticas hábiles, los judíos pudieron repeler el ataque árabe e inclusive avanzaron ocupando nuevos territorios. Un alto al fuego fue firmado por ambos bandos, estableciéndose que los territorios ocupados permanecerían en poder de Israel. Como resultado de esta guerra, Israel ocupó el territorio que le había asignado las Naciones Unidas, más una buena parte del territorio asignado a los árabes y la parte occidental de Jerusalén […] Quedaron en manos de los árabes la zona occidental del Jordán (conocida como Cisjordania después de la anexión jordana), ocupada por Transjordanaia y la Franja de Gaza, ocupada por Egipto.

En 1949 bajo los auspicios de las Naciones Unidas se firmaron cuatro armisticios en Rodas (Grecia) entre Israel y Egipto, Jordania, Siria y Líbano, pero éstos en la práctica nunca llegaron a solucionar el problema de Palestina y la violencia en esta región continúa hasta nuestros días. La guerra trajo la creación de una masa de 710,000 refugiados árabes y unos 800,000 refugiados judíos. Estos últimos se refieren a aquellos judíos que fueron obligados a abandonar los países árabes donde residían” (Wikipedia.org, Historia del Estado de Israel, pág. 1).

Ahora bien, ¿cómo evoluciona el conflicto especialmente con la aparición de la organización terrorista militarista Hamás en nuestros días y después del ataque a Israel del 7 de octubre de 2023? Veamos un poco de la historia de Hamás y el carácter militarista de su ideología islámica.

Como narra, Paula Las Heras, en su ensayo “Hamás en perspectiva: Orígenes y evolución”, del 15 de enero del 2024: “El 7 de octubre de 2023, Hamás lanzó un ataque sorpresa contra el sur de Israel, matando a más de 1,400 personas y tomando más de doscientos rehenes. Israel ha declarado la guerra al grupo en respuesta, penetrando en la franja de Gaza con fuerzas de las IDF en una operación terrestre aún en marcha, y ha indicado que su ejército continuará con una larga campaña hasta eliminar Hamás por completo. Con esta escalada en el conflicto, Hamás ha conseguido estar en el punto de mira y poner el foco en su causa y en su organización, o que nos hace preguntarnos: ¿Qué es Hamás y cuál es su origen? ¿Cuáles sus objetivos? ¿Cómo se organizan y con qué apoyos?” (Las Heras, pág. 1).

Y, la autora responde: “Hamás es un movimiento militante islamista y uno de los dos principales partidos políticos de los territorios palestinos, además de ser considerado como un grupo terrorista por una gran parte de la comunidad internacional. El grupo controla políticamente desde 2006 la Franja de Gaza, territorio de 365 km2 que alberga a más de dos millones de palestinos”.

Y pasa a relatarnos la posición radical de Hamás desde el inicio de este conflicto: “Hamás hace referencia al acrónimo de Movimiento de Resistencia Islámica […] y fue fundado por Ahmed Yassin, un jeque palestino que después de ser activista en las ramas locales de la Hermandad Musulmana de Egipto estableció a Hamás como brazo político de la Hermandad en Gaza en diciembre de 1987. Esto ocurre después del estallido de la primera intifada, el levantamiento palestino contra la ocupación israelí de Cisjordania, Gaza y Jerusalén. El grupo se presenta bajo una identidad nacionalista, inslamista y yihadista. En ese momento, el propósito de Hamás era contrarrestar la Yihad islámica Palestina (YIP), otra organización cuyo compromiso de resistir violentamente a Israel amenazaba con quitarle el apoyo de los palestinos a la Hermandad.

En 1988, Hamás publicó su carta constitucional, abogando por la destrucción de Israel y defendiendo el establecimiento de una sociedad islámica en la Palestina histórica. Este propósito forma parte de las fuertes críticas que expresó Yassin sobre la estrategia de oposición a Israel de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), liderada durante años por Yasser Arafat. Las ideas del líder de la OLP estaban ligadas al socialismo y al panarabismo, corrientes ideológicas y populares en las décadas de 1960 y 1970 en Oriente Medio. Sin embargo, estas posturas eran objeto de críticas por parte de Yassin, quien las percibía como influencias ‘occidentales’. Para Yassin, además de la lucha contra Israel, también era crucial preservar la ‘sharia’ y la ley islámica como fundamento de un eventual estado palestino. Además, la OLP estaba muy desprestigiada porque se la veía como corrupta y distanciada de los problemas reales de los palestinos, pues su liderazgo estaba cómodamente asentado en Túnez, mientras los palestinos sufrían directamente los efectos de la intifada.

Durante la primera intifada Hamás tuvo un papel creciente pero moderado, ya que la figura más reconocida dentro de la resistencia palestina era Yasser Arafat. No obstante, a partir de la década de 1990, su papel en la política palestina aumentó considerablemente gracias a dos factores clave: la formación del brazo armado de Hamás llamado Brigada del Ezzeldin al-Qassam y su posición firme en contra de cualquier acuerdo de paz.

De esta manera, Hamás condenó los Acuerdos de Oslo, el pacto histórico firmado por el líder de la OLP, Yasser Arafat, y el primer ministro israelí, Yitzhak Rabin, en 1993. Estos acuerdos establecían un autogobierno limitado para partes de Cisjordania y Gaza bajo una entidad recién creada llamada Autoridad Nacional Palestina (ANP). Además de rechazar los acuerdos, Hamás condenó el reconocimiento mutuo entre la OLP e Israel, que Arafat y Rabin aceptaron oficialmente en cartas enviadas días antes de Oslo. Consecuentemente, Hamás rechazó formar parte de la recién creada ANP y comenzó una campaña de ataques bomba suicidas hacia Israel que hizo que empezase a ser catalogado como grupo terrorista por Israel, Estados Unidos, la Unión Europea, Reino Unido y Canadá. Al mismo tiempo, el nombre de Hamás comenzó a resonar cada vez más en la región de Oriente Medio y su influencia entre la población palestina aumentó. Este aumento del respaldo hacia Hamás entre los palestinos puede atribuirse a su firme oposición hacia Israel y a las críticas de corrupción e ineficacia dirigidas hacia la ANP y el partido principal, Al Fatah.

Con el inicio de la segunda intifada a finales del año 2000, el papel de Hamás fue más destacado, casi al mismo nivel que el de Al Fatah, a pesar de que este último ocupaba posiciones gubernamentales en ese momento. Por otro lado, aún habiendo sufrido derrotas importantes en el terreno contra Israel y haber perdido a dos de sus líderes más importantes, Ahmed Yassin y Abdel Aziz ar-Rantisi, abatidos en operaciones militares especiales ejecutadas por el Tsahal, la influencia política de Hamás se disparó durante esta intifada. Por otra parte, en estos años se fortaleció el brazo armado de Hamás según acusa Israel, debido a la colaboración de Estados como Irán o Qatar, así como de grupos armados hostiles a Israel como Hezbolá en el sur del Líbano. Estos actores externos han expresado repetidamente su respaldo a las operaciones de Hamás, aunque han llegado a negar proporcionar ayuda militar directa” (Ídem, págs. 2-5).

En cuanto al financiamiento y los aliados de Hamás, señala la autora anterior que: “Actualmente, Irán es uno de los mayores benefactores de Hamás, aportando fondos, armas y entrenamiento. Aunque Irán y Hamás se separaron brevemente después de respaldar a bandos opuestos en la guerra civil de Siria, Irán actualmente proporciona unos 100 millones de dólares al año a Hamás, la Yihad Islámica y otros grupos palestinos designados como organizaciones terroristas por Estados Unidos.

Turquía ha sido otro firme partidario de Hamás (y crítico de Israel) tras el ascenso al poder del presidente Erdogan en 2002 […]” (Ídem, pág. 7).

Respecto a la ideología ultra radical militarista de Hamás hay que decir que consta del adoctrinamiento, reclutamiento y entrenamiento militar tanto de niños como de adolescentes y jóvenes, con el uso de propaganda antisemita y militarista en la escuela en todas las materias y la enseñanza ultra religiosa islámica que pregona la necesidad de morir como mártir de una guerra perenne como condición para alcanzar la vida eterna en el paraíso en el que se tendrá todo lo que no se tiene en esta Tierra. Para esta organización terrorista no hay conciliación alguna del conflicto armado ni acuerdos de paz que valgan, simplemente pregonan el odio y la guerra a muerte contra Occidente y el Estado de Israel, así como la creación de un Imperio o Estado Islámico Global. De ese modo, han elaborado túneles en toda la Franja de Gaza, pero no para resguardar y proteger a la población civil palestina sino para transportar sus armas y cohetes de un extremo a otro de la región. No quieren la paz, no persiguen la paz tanto en Medio Oriente como en el mundo, sino que pretenden el dominio del islam basado, como ya vimos antes, en un neo totalitarismo árabe neofascista de nuevo tipo, antisemita y profundamente antidemocrático como lo fue el Tercer Reich de Hitler.

Resulta por ello, incomprensible, que la llamada izquierda alemana, europea y mundial, apoye con tanta vehemencia a Hamás y defina su accionar como una “lucha de defensa y de resistencia”, siendo que se trata de una organización que tiene en el terror contra todo el que se le oponga su mayor elemento de combate y convicción. Esta izquierda actual enuncia, igual que Hamás, pronunciamientos y consignas antisemitas en Alemania, Europa y Estados Unidos, y los judíos son nuevamente perseguidos en dichos países como antaño en los tiempos nazis. ¿Cuándo entenderá esta “izquierda” que Hamás no es una organización de izquierda, sino una organización neofascista que niega la paz perpetua entre las naciones y las religiones del mundo?

En este sentido, resulta igualmente irónico que la filósofa norteamericana, Judith Butler, haya proclamado su apoyo a Hamás y su “lucha de resistencia”, siendo que ella en su filosofía aboga por la creación de “un mundo más habitable”, y siendo que la ideología militarista de Hamás no es filosofía ni constituye un pensar dialógico.

Debemos renunciar a observar los fenómenos y conflictos políticos y armados a través de nuestras simples emociones, y aprender a verlos desde una óptica relacional-diferenciada, que nos ayude y obligue a sentir la necesidad imperecedera de la paz perpetua en todas las regiones del mundo y del planeta Tierra. Esa visión relacional y diferenciada nos proporciona la justa solución de aceptar dos Estados independientes, Israel y Palestina, que puedan convivir mutuamente en paz y en relaciones sociales y políticas realmente sociables porque son en sí mismas reconciliables desde su propia esencia e historia humana. El conflicto, y mucho menos el conflicto armado, y el odio entre razas, etnias, culturas y religiones no son el estado normal del mundo, no son su estado creativo, porque solamente la armonía de las interacciones humanas realizadas desde la fraternidad recíproca y el respeto mutuo pueden constituir estadios avanzados de una Humanidad y unos grupos políticos que pueden deponer sus brazos armados por y desde la humildad relacional que aprenden históricamente del esfuerzo inteligente y racional de sus mejores personas, pueblos y líderes.

Por Irma Becerra

Soy escritora e investigadora independiente hondureña. Me he doctorado en Filosofía con especializaciones en sociología del conocimiento y política social. He escrito once libros y numerosos ensayos sobre filosofía, sociología, educación, cultura y ética. Me interesa el libre debate y la discusión amplia, sincera y transparente. Pienso positivamente y construyo formación ciudadana para fortalecer la autoconciencia de las personas y su autoestima.