El hijo y la hija heredan siempre el corazón de la madre. La mujer es la que determina la bondad y calidez o la maldad, la frialdad o la cobardía de los hijos e hijas.
En el mundo hay varias guerras descorazonadas, entre otros: el conflicto actual emergente entre Estados Unidos y Venezuela; entre Rusia y Ucrania; entre Israel y Palestina y otros cuántos más como en Colombia. Les decimos no a la continuidad de estos fríos conflictos y apelamos al amor que descansa en los fundamentos últimos de la utopía relacional lumínica para el final perpetuo de la paz mundial que desaprende la violencia.
Las mujeres que están detrás de estos conflictos, las madres y las esposas de todo el mundo, nos negamos a entregar a nuestros hijos, esposos y familiares para que sean carne de cañón y balas, y para que sean obligados a matar a otros seres humanos y animales en general.
¡Basta ya del derramamiento de sangre en la historia! Somos mensajeras de la paz y vírgenes de corazón y espíritu, por lo que necesitamos urgentemente que Melania Trump, Cilia de Maduro y Corina Machado impidan juntas la guerra que se avecina en Venezuela; que las esposas de Netanyahu, Hamás, Putin y Zelenski, detengan la guerra en sus países y asuman su papel protagónico en la corresponsabilidad por la paz mundial y la mediación por el equilibrio mundial entre todas las naciones del planeta Tierra.
Necesitamos alzarnos de pie por el futuro y el presente civilizado de los países y por la captura y el enjuiciamiento de los belicistas infantiles que ponen en peligro a toda la Humanidad con sus estúpidos juegos y juguetes. Necesitamos que nos den esperanza para todos los continentes y las regiones del mundo.
Todos aquellos hombres solitarios y tímidos, infieles o leales, vírgenes o experimentados, dormidos o despiertos, médicos o enfermeros, doctores o licenciados e ingenieros, sanos o enfermos, científicos o intelectuales, feos o guapos, claros u oscuros, fríos o cálidos, simpáticos o antipáticos, cuadrados o flexibles, desatentos o amorosos, etc., se unan en un solo haz por la desaparición de toda forma de violencia en nuestro planeta y determinen firmemente la paz en los hogares y en el mundo.
Las mujeres que no entiendan este mensaje contundente de amor hacia la Tierra, sucumbirán sin remedio al silencio de la historia y su olvido, la historia que solo da una segunda oportunidad a todo aquél y aquella que están dispuestos a aprender humildemente del tiempo tridimensional de la Humanidad: la relación e ilación continua de la pacificación armónica entre pasado, presente y futuro de todas sus generaciones como enseñanza permanente de la limpieza de la faz de la Tierra para que esta brille y alumbre más joven que nunca.
Madres que miráis vuestros celulares mientras estáis con vuestros hijos, no olvidéis que éstos se les pueden ir rápido de vuestro lado por no enseñarles los principios del corazón amoroso de la paz lúcida, sana y valiente.
Nunca es demasiado tarde para dejar de ser narcisista y egoísta, nunca es demasiado tarde para salir de una situación peligrosa, incómoda o tóxica. Siempre hay una solución para todos los problemas y por ende, para evitar las guerras y proyectar la paz.
El innecesario narcisismo que provoca y subyace en toda guerra y conflicto, se acaba con el silencio y la acción imperturbable de la estabilidad emocional, intelectual, mental y sicológica del que se ama a sí mismo y por eso no se deja manipular o influenciar hacia la violencia y renuncia a pelear salvaje y dócilmente.
¡Viva la paz mundial! ¡Viva la gobernanza democrática relacional del socialismo cuántico que une a todas las personas!