Mahoma, el profeta musulmán, ha dicho, con razón, que “la auténtica riqueza del ser humano es el bien que hace al mundo”. En este sentido, celebramos con gozo el inicio de las negociaciones mediadoras entre Israel y Hamás, para detener la guerra actual de Gaza y llegar a un verdadero acuerdo de paz en la región de Oriente Medio y el mundo. Que todas las partes puedan ver lo importante y decisivo que es ver en el planeta Tierra un sujeto histórico que se puede autorregular y que es preciso cuidar y proteger para bien del mundo. En este sentido de autocuidado y cuidado, por ejemplo, de los recursos naturales y el medio ambiente, es que también la lucha de los hermanos garífunas de Honduras es sumamente justa y contribuye a la paz mundial, por defender el hábitat de la tortuga carey en los Cayos Cochinos donde una empresa televisiva española está filmando un Realities Show que está destruyendo el ambiente natural de las especies que allí habitan, y, en esta circunstancia, se trata de una lucha por defender un bien propio de toda la Humanidad que debemos apoyar firmemente.
Los seres humanos somos todos iguales en deberes y derechos, también somos simultáneamente diferentes y diversos, y no somos idénticos de forma absoluta, y esto vale para todas las minorías y las mayorías de los hombres que habitan la Tierra. Pero, una amiga enfermera Marielos, me ha hecho ver que los seres humanos además somos únicos porque así hemos sido creados por Dios, por lo que debemos respetar nuestras diferentes formas de pensar, actuar y sentir. No obstante, me he atrevido a agregar yo, que esa particular univocidad o unicidad del ser humano, como criatura creada que evoluciona natural e históricamente tampoco es absoluta, por lo que no somos únicos absolutamente, sino que en esa unicidad estamos simultáneamente unidos a la Humanidad, como especie que sí es absoluta en tanto totalidad en la Vía Láctea. La absoluta es la especie humana y la vida en el planeta Tierra no el individuo, mientras que lo único particular de cada individuo humano es relativo a la especie, según un conjunto de una identidad diferenciada que se ama y se respeta a sí misma. En nuestras diferencias nos unen el lenguaje, el amor y el respeto mutuos que nos debemos unos a otros.
Dios nos ha hecho únicos y, por lo tanto, capaces de imprimir paz a la vida terrestre en todo el planeta, porque la vida está pensada en la Tierra para ser y crecer de forma absoluta, es decir, relativizando, a la vez, su poder de expandirse ilimitadamente en la esfera misma, y acentuándose como conciencia planetaria que lleva a cabo una planetización de la esperanza en forma de utopía histórica que logra alcanzar un estado de la conciencia que ya no puede vivir en violencia, guerras, impunidad y destrucción, y para la cual todos estos males son una amenazas en su fortalecimiento como unidad única del mundo, habitado para convivir cordial, comprensiva y amablemente.
Los políticos contemporáneos deben comprender que no simplemente están en sus puestos, porque Dios así lo quiere, sobre todo si se pretenden eternizar en ellos como hacen el alcalde de Comayagua, Carlos Miranda y Quintín Soriano en Choluteca, en Honduras, y otros más, para ejemplificar. Estos señores políticos se reeligen cada año y mantienen un control de sus poblaciones porque se presentan “ungidos por Dios” para quedarse en el poder eternamente. Son “únicos” pero no de forma absoluta, y no han comprendido que la auténtica riqueza de un ser humano es el bien que hace a su pueblo y al mundo, mientras permita que nuevas generaciones se encarguen de continuar generando bienestar verdadero y no control de las mentes ajenas para su propio autorreconocimiento. Por eso, Mahoma también ha dicho acertadamente que “hay tres cosas destructivas en la vida: la ira, la codicia y la excesiva estima de uno mismo”.
Honduras, es el país de América Latina, con el índice más alto de embarazos en adolescentes y niñas. Esta barbarie provocada por hombres que no se saben autocontrolar, y por la ignorancia respecto a la autosatisfacción sexual y el autoerotismo, y la necesidad de que las iglesias la permitan y no la prohíban, es un deber que nos lleva a establecer que la historia aunque no es una persona, sí es un sujeto que no absuelve y a la que se debe respeto porque el juicio que ella emite, aunque no le pidamos permiso y nos sea igual cómo nos juzgue en el futuro, la historia siempre termina por colocar a cada quien en el plano de la igualdad humilde que le debemos a la Humanidad, la especie absoluta.
Es por eso que por ejemplo, el acoso de personas en la escuela, el trabajo, en las empresas, provocado por la envidia, los celos profesionales, el mobbing estratégico para deshacerse de empleados indeseables, etc., dirigido sobre todo a burlarse de la apariencia física o la forma de ser de una persona, es un crimen que implica una forma de tortura sicológica que debe ser penalizado porque nos daña en nuestra condición de ser seres “únicos” que poseemos la capacidad de cambiar y de transformar nuestras autobiografías en fuentes de energía vital para mejor, en la medida en que aprendemos a insertar esta última en la historia de la Humanidad.
Los seres humanos somos únicos, pero no absolutamente, repetimos, esto significa que debe existir también un derecho de las mujeres al aborto, en casos extremos de violación, enfermedad o malformación del feto, enfermedad de la madre, corta edad de la embarazada, etc., pero también se debe inculcar un sentido de responsabilidad en las mujeres y los hombres, para que una mujer no se embarace si no está dispuesta o no se encuentra preparada sicológica y emocionalmente para ser madre. No se debe obligar a las mujeres a tener hijos y a ser madres, si no lo desean, o si esto implica una responsabilidad excesiva para ellas. Por lo que las mujeres debemos considerar que el feto no nacido también es “único”, aunque no lo sea de manera absoluta, y por eso no podemos simplemente eliminarlo, sólo en casos especiales. Así, que mejor planifiquemos y no caigamos en la trampa de embarazos no deseados.
Nos quedan muchos temas sociales por tratar que aún significan estados de barbarie y no de civilización evolutiva y progresiva de la historia. Iremos tratándolos poco a poco, paso a paso, e iremos desbarbarizando lumínicamente la historia de manera comprensiva y relacional, haciendo bien al mundo de manera agradecida, en colaboración y racionalmente franca.
Gracias por compartir sus conocimientos y reflexiones.