Esta frase de Publio Terencio Africano, actualizada por Friedrich Nietzsche para su tiempo, refleja la empatía, solidaridad y la superación de la indiferencia ante todas las experiencias humanamente verdaderas, es decir, de respeto al principio de la vida en todo su conjunto histórico y natural, que debe caracterizar a todos los seres humanos por igual, especialmente a los políticos, que son directamente responsables por el bienestar de los pueblos y las sociedades.
Ante la actual crisis política electoral del 2025 en Honduras, vemos con tristeza, como los representantes de los principales partidos políticos, Liberal, Nacional y Libertad y Refundación (LIBRE), en lugar de olvidar sus intereses egoístas y mezquinos para comprenderse mejor mutuamente en aras del bienestar general del pueblo hondureño, están enfrascados en una competencia opaca y divisionista por probar que el adversario “es más corrupto e incapaz” que las propias filas. Concentrados en la opacidad y oscuridad de la corrupción, la ilegalidad y el irrespeto a la ley, el electorerismo clientelar familiarista es una lucha solo por la toma del poder, y no por ver cómo se puede gobernar mejor que los gobiernos presentes y precedentes.
Es muy triste ver que dos magistrados del Tribunal Nacional de Elecciones, del partido Liberal y del partido Nacional, han aprobado por falsa mayoría, la inscripción ilegal de Jorge Cálix del partido Liberal para diputado, a pesar de que la Constitución de la República, lo prohíbe claramente. Y es igualmente triste, que el candidato presidencial de dicho partido, Salvador Nasralla, haya terminado por apoyar dicha candidatura, a sabiendas de que es ilegal por las condiciones especiales de Cálix. Salvador Nasralla también ha dicho que en su gobierno no habrá lugar para el nepotismo, pero su esposa, Iroshka Elvir va de diputada. Nos preguntamos ¿si él gana las elecciones presidenciales, será Iroshka diputada y primera dama a la vez?
Es muy triste también, que los audios de Cosette López, consejera del partido Nacional del Consejo Nacional Electoral, audios presentados por el fiscal general de la República, Johel Zelaya en los que se escucha a López, a Tomás Zambrano y a un militar activo, reflejen los meros intereses egoístas electoreros de un partido Nacional que pretende desestabilizar las elecciones para su propio beneficio, partido desprovisto ya de escrúpulos morales y éticos. Pero, el fiscal general también no ha actuado todavía con la misma prontitud en el caso de los audios del encuentro de Carlón Zelaya Rosales, del partido de gobierno, con el narcotráfico. ¿Qué está esperando?
Todos estos tres partidos del tripartidismo tradicionalista solo están interesados en ganar votos para sí mismos y para llegar a la toma del poder, en lugar de competir por la meritocracia y el accionar científico de la política que educa al pueblo. Esto sería un accionar verdaderamente humano, y no nos sería ajeno a nadie del pueblo hondureño, porque no nos dejaría en la opacidad, la ignorancia y la indiferencia.
La política tradicionalista actual hondureña es crudamente antihumana y antifilosófica; está desprovista de entendimiento y comprensión humana porque para ella “lo humano le es ajeno”. En este sentido, a dicha politiquería clientelista familiarista no le importan los damnificados de las tormentas actuales; ni le interesa que tik-tokers estén romantizando en las redes sociales las relaciones sexuales con niñas y adolescentes y las uniones tempranas, etc. Tampoco le interesan los problemas eminentemente humanos del pueblo que sí tendrían solución definitiva si pusieran su empeño en solucionarlos. En lugar de eso, estos politiqueros hacen del sufrimiento y la violencia su negocio más rentable, y nos acostumbran al amarillismo, el sicariato, la discriminación racial y campesina y la explotación de la pobreza, que los medios de comunicación a su disposición se encargan de legitimar y volver una “normalidad” en la conciencia y en la psiquis del pueblo hondureño. De hecho, “el pueblo les es ajeno”; el pueblo “no les es humano”.
Mi padre, el escritor hondureño, Longino Vidal Becerra Alvarado, que venía del pueblo, luchó incansablemente por más de setenta años por fortalecer la unidad y la conciencia crítica del pueblo hondureño para que este no se sometiera de manera pasiva a su despojo y usurpación. El “pueblo y lo humano no le eran ajenos”. Pero pareciera que todo sigue igual que siempre y solo porque continúa la misma politiquería corrupta e ilegal, pareciera que su lucha fue en vano. A veces pienso que yo voy por el mismo camino: luchar incansablemente pero en vano por la solidaridad, la justicia, la verdad, la fraternidad y la liberación de Honduras de la miseria y la pobreza mental y económica. Pero estos pensamientos fatalistas solo constituyen para mí un momento de desaliento, porque mi padre también me enseñó a tener esperanza y mi madre me pidió que nunca dejara de escribir por la esperanza y lo humano cercano. Así que, en nombre de la esperanza, creo que no debemos votar por ninguno de estos partidos políticos en las próximas elecciones del 30 de noviembre de 2025, y sí debemos votar por las otras alternativas que se nos presentan, especialmente por el candidato presidencial, Nelson Ávila, hombre honesto e inteligente al que apreciamos y respetamos.
Aprendamos de la deshumanización a la que nos quieren condenar los actuales políticos de los partidos tradicionales del tripartidismo hondureño. Conozcamos “lo humano que no nos puede ser ajeno, porque nos afecta a nosotros mismos”. Estos politiqueros no han aprendido todavía que la pobreza latente de los barrios marginales de las ciudades; las dificultades de los desempleados y sus familias; la división de la familia hondureña; el asesinato casi diario de las mujeres hondureñas, etc., son todos hechos que no son aislados sino que reflejan carencias de humanismo que nos afecta a todos porque un pueblo donde los vulnerables carecen del derecho a la justicia no puede ser feliz o vivir en paz, ya que la violencia estructural lleva necesariamente a la violenta sublevación de los vulnerables, y eso se manifiesta también con el voto de castigo por tantos años de atraso, estulticia e ignorancia. Falta poco para que llegue ese momento en la historia de Honduras. Estamos llegando al hartazgo y al límite y solo queda una respuesta históricamente legítima: O desaparecer como país o despegar en una reestructuración profunda de la sociedad luchando todos juntos en vez de sucumbir al secuestro de la sociedad por 10 familias y 25 grupos oligárquicos, faltos de empatía humana. Ha llegado el momento de decir: “Nada verdaderamente humano me es ajeno, ni siquiera la indiferencia política, y por eso en nuestro más íntimo ser exhortamos esta oración muy dentro del alma y la acción catrachas: el amor verdadero al pueblo es que nada humano nos sea ajeno”.
(Versión corregida del texto del lunes 3 de noviembre de 2025).

